lunes, 12 de diciembre de 2016
domingo, 11 de diciembre de 2016
Entrevista con Hannah James y Pablo Sprungala
Cristina Saralegui:
!Muy buenas tardes CPS!!! ¿Cómo están? Se acercan las fechas navideñas y nada mejor que compartir juntos este mes de diciembre aquí en el saloncito de nuestro programa. Les saludo desde los estudios de CPS en Miami donde hoy tenemos unos invitados muy esperados.
Comenzamos esta tercera temporada con nuevas entrevistas y como no podía ser de otra manera inauguramos este primer programa con los protagonistas de la nueva serie de Pspain Studios. Les estoy hablando de "El Regreso de Heidi". ¿Ya vieron el estreno esta semana? La verdad que es como volver a recordar la infancia para muchos aunque en este caso en una versión adulta que no les dejará indiferentes. Recibamos con un fortísimo aplauso a la actriz británica Hannah James y al actor alemán Pablo Sprungala!!
(Aplausos, música, Hannah y Pablo entran al plató y son saludados por Cristina)
Cristina: Bienvenidos chicos!!!!
Hannah: !Hola Cris!! Ya estábamos deseando venir a tu show. (Sonríe)
Pablo: Muchas gracias por la invitación. (Sonríe) ¿Cómo estás?
Cristina: No tan bien como tu, querido, jajaja.
Público: Jajaja
Pablo: Jajaja.
Cristina: Tomen asiento muchachos. (Todos se sientan en el sofá) Bueno pues comenzamos. Hannah cuéntame, cuéntame como fue que te llamaron para protagonizar esta historia, porque me imagino que no fue nada fácil el casting para elegir el personaje de la adorada Heidi.
Hannah: Efectivamente Cristina, fue bastante complicado para producción. Yo estaba grabando una serie para televisión llamada "Mercy Street" cuando me llamaron para este proyecto. En cuanto leí los libretos y supe que buscaban a Heidi no lo dudé y me presenté al casting. Y bueno aquí estoy.
Cristina: En tu caso, Pablo, cuéntanos como fue el que te dieran el papel del simpático Pedro.
Pablo: BUeno pues producción buscaba rostros nuevos y desconocidos en webnovelas. Yo soy de Alemania y he trabajado en varias series de tv en mi país, "Soko Leipzig", "Lena Lorenz"... y también he tenido actuaciones especiales en otras producciones alemanas, por ej. "Alerta Cobra".
Cristina: Creo que esta vez Pspain Studios optó por un elenco fresco y nuevo para esta serie.
Hannah: Así es, y estamos muy agradecidos con nuestros personajes y que nos dieran la oportunidad de protagonizar esta entrañable historia.
Cristina: Pablo... ¿Qué es lo mejor de trabajar en Suiza?
Pablo: Los paisajes son maravillosos, la verdad que grabar en Los Alpes para mí es lo mejor que me ha pasado. Estamos en Maienfeld, el pueblo donde se ambientó la conocida serie de tv de los años 70, y es una maravilla. Les recomiendo mucho a todos los latinoamericanos que nos están viendo que crucen el charco y vengan a visitarnos porque sin duda les encantará Suiza.
Hannah: Hay muchas escenas de exteriores, aunque en mi caso también he tenido que grabar en Alemania, en Frankfurt concretamente aunque son más escenas de interior que otra cosa.
Cristina: Me encantó el hecho de ver a un actor con tan brillante trayectoria como es Anthony Hopkins dando vida al abuelo de Heidi. Que esa es otra, nadie sabe como se llama el dichoso viejo.
Pablo: Jajaja. Eso es un misterio que nunca pudimos resolver en la infancia ni ahora tampoco. ¿Cómo se llama tu abuelito, Heidi?
Hannah: !Y yo que se!!
Público: Jajajaja
Cristina: De verdad que eso tiene más misterio que la edad real de Cher, jajaja. ¿Cuántos capítulos tendrá "El Regreso de Heidi"?
Hannah: PUes aún no se sabe, en principio podría ser una historia corta o más extensa, también depende mucho del público.
Pablo: Esperamos sea larga, que cobramos más... (Guiñando el ojo a cámara)
Público: Jajaja
Cristina: !Y encima en euros, mijito!!!
Público: Jajajaja.
Cristina: ¿Cómo es trabajar con Meryl Streep, Hannah?
Hannah: Meryl es una actriz sensacional, me ha enseñado mucho, la verdad que fue todo un acierto que le dieran el papel de la odiosa señorita Rotenmeier.
Cristina: Los que no me gustan nada son los nuevos personajes, Bruno, Astrid...
Pablo: PUes prepárate porque Astrid, Emma Stone, es la antagonista principal y es quién peleará con Heidi por el amor de Pedro.
Cristina: !No me digas! Yo la mato, me cae fatal esa tipeja. Tiene pinta de buscona.
Público: Jajaja
Hannah: Jajaja. En la vida real Emma y yo nos llevamos francamente bien.
Cristina: ¿Por qué debería nuestro querido público ver "El Regreso de Heidi"?
Pablo: Porque es una historia fresca pero tradicional, que nos cuenta la vida de Heidi adulta con tramas diferentes pero con el mismo espíritu de la novela original de la infancia.
Hannah: No se la pierdan porque se irá poniendo mejor con cada capítulo, ya verán.
Cristina: Bueno pues esto ha sido todo por hoy, mi gente. Nos vemos muy pronto. Muchas gracias por acompañarnos este domingo, Hannah, Pablo, un placer haberles tenido hoy acá con nosotros.
Pablo: Encantados de estar aquí, Cristina.
Hannah: Ahora nos vamos volando para el aeropuerto que tenemos que tomar un vuelo a Zurich enseguida.
Cristina: Ese Pspain no les deja ni respirar... es un rancio y un explotador el condenado.
Hannah: Buah y tiene un carácter que no te imaginas, o sea...
Cristina: Eso dicen... aggg...
Pablo: No lo sabes tú bien, jajaja.
Hannah: Les esperamos todas las semanas sólo aquí en CPS. No se pierdan "El regreso de Heidi". (Sonríe)
Pablo: !Hasta pronto!!! !Feliz Navidad!!!
Cristina: Y nosotros nos despedimos. Nos vemos en el próximo programa. Ya saben mi lema, Pa'tras ni pa tomar impulso.... Siempre...
Hanna y Pablo: !PA'LANTE CON CRISTINA!!! !JAJAJA!
Cristina: !ESOOO!!! les dejamos con la sintonía de Heidi, jajaja. Hasta la semana que viene!!!
lunes, 28 de noviembre de 2016
Capítulo 2
EL REGRESO DE HEIDI
CAPÍTULO 2: EL REENCUENTRO
LOS ALPES, SUIZA
INT. / CASA DE PEDRO / DÍA
Brígida y su madre están conversando mientras la primera
prepara la comida. La abuela de Pedro está hilando lana como de costumbre.
Brígida: Echas de menos a Heidi. ¿Verdad, madre?
Abuela: Todavía recuerdo cuando entraba por esa puerta
cuando era niña con su alegría y su risa tan contagiosa. Cómo extraño a Heidi,
hija… Me daba vida escucharla contar sus historias de las montañas y cuando
venía a leerme el libro de salmos. Parece que fue ayer y mira, ahora ya se va a
casar…
Brígida: Pedro está muy raro desde que supo del matrimonio
de Heidi… Creo que está celoso del tal Bruno.
Abuela: ¿Celoso Pedro, Brígida? ¿Tú crees que mi nieto
siente algo más que amistad por esa muchacha?
Brígida: Pedro es un chico muy reservado, nunca me ha dicho
nada pero yo sé que siempre la ha querido, sólo que nunca se atrevió a hablarle
de sus sentimientos. Ya sabes como es Pedro, madre.
Abuela: Lo sé, hija…
En ese momento alguien abre la puerta de la casa y entra en
la humilde cabaña. Es Heidi.
Heidi: ¡Abuela! ¡Ya estoy de vuelta!! (Sonríe contenta
dejando sus maletas en el suelo)
Abuela: ¿Heidi? (Sonríe) ¡HEIDI, MI NIÑA!!! ¡Cuantos años!!!
Ay que contenta me has puesto. Brígida, es Heidi. ¡Nuestra Heidi!!! (Se le
saltan las lágrimas)
Brigida: Bienvenida Heidi. (Sonríe, se dan un beso en las
mejillas)
Heidi: ¡Abuelita! (La abraza)
Abuela: ¡Heidi! Mi niña… (Sonríe, ambas siguen abrazadas)
Heidi: En cuanto recibí la carta de Brígida no lo dudé y me
puse en camino. Mi tren llegó a Maienfeld hace apenas dos horas.
Brígida: Qué bueno volver a verte. Tu abuelo se va a poner
más contento cuando te vea, Heidi.
Abuela: ¿Y cuanto tiempo te vas a quedar mi niña?
Heidi: No lo sé, abuela, ando con exámenes en la universidad
y debería volver en menos de dos semanas pero… Estoy preocupada por mi
abuelito. ¿Cómo está?
Brígida: Precisamente fuimos a verle hace poco y anda
fastidiado, mucha tos, deberías obligarle a ir al médico.
Heidi: Me gustaría poder llevarle a Frankfurt conmigo aunque
fuera una temporada, además allá hay muy buenos doctores.
Abuela: Dudo mucho que el viejo de los Alpes quisiera salir
de estas montañas para ir a Frankfurt así sea de visita, Heidi. Tú bien lo
conoces.
Heidi: Ya lo sé, abuela pero… ¿Bueno y dónde está Pedro?
Brígida: Con las cabras en los pastos, no bajará hasta
última hora de la tarde.
Heidi: Ay claro, es verdad, ya empezó la primavera. La
verdad que echaba mucho de menos todo esto. Las montañas, los árboles, el
cielo, el campo… todo. (Sonríe contenta)
Abuela: Imagino que Frankfurt debe ser una ciudad muy
bulliciosa y llena de gente por todas partes.
Heidi: Sí, la verdad no me gusta mucho pero el padre de
Clara se ofreció a darme alojamiento gratis mientras estudiaba la carrera de
enfermería allá, así que…
Brígida: ¿Y cuando es que te casas, muchacha? Tu abuelo nos
dijo que piensas casarse con un joven de Frankfurt.
Heidi: Creo que será ya el año que viene, aún no sé si en
junio podré terminar la Universidad. Bueno me voy, quiero llegar cuanto antes a
casa del abuelito. Ya nos vemos otro día. ¿Sí?
Abuela: Heidi, prométeme que vendrás a visitarme más veces
mientras estés aquí, por favor.
Heidi: ¡Claro que sí abuela! ¡Hasta pronto Brígida!
Brígida: Chao Heidi, dale recuerdos a tu abuelo.
Abuela: Hasta pronto mi niña. (Sonríe contenta)
La chica se marcha y sigue su camino hacia la cabaña de su
abuelo, andando por un estrecho camino de cabras, cruzando un bonito bosque.
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / MANSIÓN SESEMAN, BIBLIOTECA / DÍA
La señorita Rotenmeier y su sobrina Astrid hablan sobre
Heidi. La primera está sentada en una silla tomándose un té con pastas. La
pelirroja está junto a la ventana, fumando.
Astrid: A esta hora ya deben estar en ese mugroso pueblo de
los Alpes, tía.
Srta. Rotenmeier: Sí, me imagino que sí… (Mirando un reloj
de pared)
Astrid: ¿Qué tendrán esas malditas montañas que le gustan
tanto a esa cabrera?
Srta. Rotenmeier: ¿Qué van a tener? Nada, su abuelo es un
viejo gruñón que vive aislado de todo y de todos, no tiene sociedad con nadie
ese vejestorio. Es un ermitaño y así se morirá. Nunca va a cambiar.
Astrid: Bruno me dijo que Heidi quiere traerlo a Frankfurt a
vivir con ella. (Dejando el cigarrillo en un cenicero)
Srta. Rotenmeier: ¿A Frankfurt? ¿El viejo? Jajaja, no me
hagas reír. A ese anciano no lo sacarán de los Alpes ni con agua hirviendo.
Astrid: Todavía no sé que ha visto Bruno en Heidi, si es una
simple pueblerina ordeñadora de cabras.
Srta. Rotenmeier: Y eso que no la conociste cuando llegó la
primera vez a Frankfurt con ocho años, entonces era muchísimo peor. No tenía
educación ni modales, comía como los animales, sorbía la sopa, guardaba
panecillos en el armario, traía animales a la casa… Esa niña era un caso
imposible. A mí me tenía desquiciada de los nervios completamente.
Astrid: Ya, ya me has contado…
Srta. Rotenmeier: Tú no sabes la de batallas que tuve con
esa mocosa. Nunca pensé que la volvería a ver hasta que al padre de Clara se le
ocurrió invitarla a vivir aquí mientras cursaba sus estudios de enfermería.
Astrid: ¿Y no será que esa mosquita muerta anduvo de
ofrecida con el señor Seseman y por eso consiguió alojamiento y comida gratis
en su casa?
Srta. Rotenmeier: ¿Quéee? ¿Pero qué insinúas?
Astrid: Todo podría ser. Hay que admitir que aún cabrera y
paleta es una muchacha muy bella y cualquier hombre podría sentirse atraído por
ella. ¿No te parece tita?
Srta. Rotenmeier: Si llegara a enterarme de que Heidi
estuviera interesada en mi marido te juro que la mato. Es lo que me faltaba.
Astrid: Esas con carita de yo no fui son las peores. Con
Bruno seguro se las da de virgen pero fijo que es una zorra.
En ese momento entra Clara en la biblioteca la muchacha lo
escuchado todo tras la puerta.
Clara: ¿Se puede saber que les pasa con Heidi, par de
arpías?
Srta. Rotenmeier: ¡Clara! (Sorprendida)
Astrid: ¿Nunca te dijeron que es de mala educación escuchar
conversaciones ajenas detrás de las puertas, Clarita?
Clara: Brujas… De usted
me lo puedo esperar señorita Rotenmeier, nunca pudo ni ver a Heidi, pero de ti,
Astrid… ¿Se puede saber que te ha hecho mi amiga para que la insultes de esa
manera?
Astrid: Sólo digo lo que pienso, Heidi seguro se le ofreció
a tu padre y por eso tiene cama y comida gratis en esta casa. No es más que una
arrimada y una golfa.
Clara: ¡Cállate!! (La pega una sonora y fortísima bofetada)
Astrid: ¡AHHHH!!! (Se lleva una mano a la mejilla)
Escuchamos música incidental.
Srta. Rotenmeier: ¡Clara, por el amor de Dios! ¿Te volviste
loca o qué te pasa?
Clara: La próxima vez que vuelvas a decir algo así de Heidi
te juro que te vas a arrepentir, Astrid, te lo juro.
Astrid: Estúpida… ¡Siempre la defiendes! Más vale que te
andes con cuidado no siendo que tu adorada cabrera piojosa no sea tan santa y
dulce como tú te crees.
Clara: ¿Se puede saber qué es lo que insinúas? No te atrevas
a difamarla porque…
Astrid: ¿Porque qué? ¿Quéeee? (Soberbia y desafiante) Vuelve
a ponerme un solo dedo encima y te juro que te dejo la cara torcida. ¿Me oyes,
Clara? ¡Ni te atrevas porque no sabes de lo que soy capaz, desgraciada!!!
Clara: Bruja… Aquí la única arrimada y fresca que hay eres
tú, estúpida.
En ese momento Astrid la suelta una brutal bofetada que la
empuja contra la puerta, la villana la agarra del cuello con rabia.
Clara: ¡Aggg!!!
Astrid: La próxima vez que vuelvas a insultarme te juro que
te saco los ojos…
Srta. Rotenmeier: ¡Suéltala Astrid, suéltala!! (Astrid
suelta a Clara)
Clara: Voy a hablar con mi padre para que te ponga de
patitas en la calle, desgraciada.
Astrid: Atrévete… hazlo si tienes lo que hay que tener y te
juro por Dios que le diré a todo el mundo en esta ciudad que Heidi es una
ramera que se le mete a tu padre en la cama todas las noches.
Clara: Eres una… (Furiosa)
Astrid: ¿UNA QUÉEEE? (Soberbia y rabiosa) ¡LÁRGATE DE AQUÍ! ¡FUERAAAA!!!
(La saca de la biblioteca del brazo a empujones)
Escuchamos música incidental.
Clara: ¡Suéltameee!!! ¡Que me sueltes te digo!!!
Astrid: ¡Ya me tienes harta!
Pero Astrid es más fuerte y logra sacar a Clara de la
biblioteca. Escuchamos música incidental. Astrid pega un fortísimo portazo que
retumba en toda la casa. Y es que la pelirroja es una villana muy peligrosa.
Srta. Rotenmeier: No debiste hacer eso, me vas a meter en
problemas con mi esposo.
Astrid: No te preocupes, esa idiota no dirá nada por miedo a
que esta familia se vea vuelta en un escándalo, créeme. Pero seguro ya le
entraron las dudas, jajaja. (Sonríe con maldad)
LOS ALPES, SUIZA
EXT. / CASA DEL ABUELO / DÍA
El abuelo de Heidi está sentado en un banco junto a la casa,
mientras observa el paisaje y talla unos cuencos de madera. Hoy se siente algo
mejor aunque continúa con tos y molestias. En ese instante aparece a lo lejos
Heidi. La muchacha le saluda.
Heidi: ¡Abuelitooo!!! ¡Abueloooo!!! ¡Ya estoy aquí!!!!
(Sonríe feliz y corre hacia él)
Abuelo: ¿Heidi? ¡HEIDIII!!!! (Se levanta del banco y camina
hacia su nieta)
Heidi: ¡Abuelitooo!!!! (Se abrazan) ¡Jajajaja!!!
Abuelo: ¡Heidi, mi niña!!! ¿Cómo estás? Qué guapa te ves, te
sienta bien Frankfurt.
Heidi: Me moría de ganas de verte. ¿Cómo te sientes? Brígida
me contó que…
Abuela: Exagera, estoy bien… (Tosiendo)
Heidi: Debería verte un médico… Mañana mismo bajaremos al
pueblo a consulta, te guste o no.
Abuelo: Está bien, no te puedo negar nada… (Sonríe)
Heidi: ¡Abuelooo!!! (Se abrazan otra vez)
Abuelo: Mi niña… (Sonríe, ambos emocionados se les saltan
las lágrimas)
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / MANSIÓN SESEMAN, PASILLO / DÍA
El señor Seseman está discutiendo con su esposa.
Srta. Rotenmeier: Ya sabes que Astrid y Clara no se llevan
bien, mi amor.
Sr. Seseman: Que sea la última vez que me entero de que tu
sobrina le pone una mano encima a mi hija. ¿Está claro? ¡La última vez o te
juro que la pongo de patitas en la calle!
Srta. Rotenmeier: Sí, Herbert, hablaré muy seriamente con
ella.
Sr. Seseman: No sé que pleitos tengan entre ellas pero que
no se vuelva a repetir. Esta es mi casa y Astrid no tiene derecho a hablarle
así a mi hija ni a sacarla a empujones de la biblioteca. Ahora debo irme, tengo
trabajo. (Se va)
Srta. Rotenmeier: Maldita chivata, esa Clara es una estúpida
pero voy a solucionar esto a mi manera. Astrid es mi sobrina y no pienso dejar
que la echen de esta casa, faltaría más. (Se marcha)
LOS ALPES, SUIZA
INT. / CASA DEL ABUELO / DÍA
Heidi y su abuelo están sentados a la mesa mientras comen un
poco de pan, queso y leche de cabra para merendar.
Abuelo: ¿Qué tal te va en Frankfurt? ¿Cómo van estos
estudios, Heidi?
Heidi: Todo bien, abuelo, ya falta menos para que acabe la
carrera.
Abuelo: ¿Has venido tu sola?
Heidi: No, Bruno, mi prometido, vino conmigo en el tren pero
prefirió quedarse en la pensión de Dorfli. Estaba muy cansado del viaje para
subir estas montañas.
Abuelo: Hombre de ciudad… jajaja. (Tosiendo)
Heidi: Te voy a quitar el tabaco, te lo juro. Así no puedes
seguir, te dije que dejaras de fumar y ni caso me hiciste.
Abuelo: Ya no me regañes… Así que Bruno se quedó en la
pensión.
Heidi: Pero mañana vendrá a visitarte, tengo ganas de que lo
conozcas.
Abuelo: Ningún muchacho será como Pedro pero bueno…
Heidi: ¿Pedro? ¿Qué tiene que ver Pedro ahora, abuelo?
Abuelo: Nada, cariño, cosas mías, no me hagas caso.
Heidi: Ya tengo ganas de ver las cabras. Brígida me dijo que
Pedro estaba en los pastos.
Abuelo: Seguramente esté ya al bajar, mira la hora que es…
(Mirando un reloj de pared)
Heidi: La cara que va a poner cuando me vea, abuelito,
jajaja.
Abuelo: Eso mismo digo yo… (Sonríe) Anda, acábate la
merienda.
INT. / CASA DE PEDRO, ESTABLO / DÍA
A última hora de la tarde, Brígida está en establo
conversando con Sebastián, el amigo de Pedro.
Brígida: Estoy muy preocupada, la vaca no está bien,
Sebastián.
Sebastián: Ya veo…
El animal está echado en la paja, muy enfermo.
Brígida: Quisiera llamar a un veterinario pero no tenemos
dinero… Si se nos muere la vaca… perderemos nuestro sustento.
Sebastián: ¿Cuándo vuelve Pedro de la montaña?
Brígida: Debe estar al bajar con el rebaño de cabras. Sólo
espero llegue a tiempo antes de que… (Llorando)
Sebastián: No se preocupe, Brígida. Verá como no es nada,
seguro se pondrá bien.
EXT. / PRADOS / DÍA
En la montaña, Pedro baja con el rebaño de cabras de los
aldeanos de Dorfli. El muchacho, como cada tarde, regresa al pueblo tras haber
pasado casi todo el día en los verdes pastos de las montañas. Pedro camina tras
las cabras, con una vara de madera en mano.
EXT. / CASA DEL ABUELO / DÍA
El chico llega a la casa del abuelo de Heidi y da un silbido
como indicando que acaba de llegar. Pedro deja marchar las dos cabras del viejo
de los Alpes hacia el establo. En esto Heidi abre la puerta de la cabaña y le
ve. Pedro se queda mudo, pero sonríe contento. Heidi silba y sonríe.
Heidi: ¡Pedrooooo!!!! (Sonríe y corre hacia él)
Pedro: ¡HEIDIIIII!!! ¡Jajaja, cáscaras!!! (Corre hacia ella)
Heidi: ¡Pedroooo!!!! Jajaja.
Ambos llegan a donde está el otro, Heidi se lanza a abrazar
a Pedro, el chico cae de espaldas a la hierba y Heidi sobre él. Ambos sonríen.
Pedro lleva la camisa entre abierta y Heidi sin querer coloca sus manos en su
pecho.
Pedro: ¿Heidi, eres tú? ¡Viniste! ¡Viniste a los Alpes de
nuevo!!! (Sonríe feliz)
Heidi: ¡Sí Pedro!! ¿Cómo estás?
Pero Heidi no se da cuenta de que está sobre Pedro, y esto
para él es un poco tenso. Heidi se retira, ambos se ponen de pie.
Pedro: Qué alegría volver a verte. No has cambiado nada.
Heidi: Tú tampoco, estás como siempre. (Sonríe)
Pedro: Imagino vienes por lo de tu abuelo, anda delicado el
pobre, ya tiene muchos años.
Heidi: Sí, mañana iré con él al doctor en Dorfli. Antes
estuve en tu casa, vi a tu madre y a tu abuela.
Pedro: Imagino lo contentas que se pondrían de verte.
Heidi: Pedro… mi prometido vino conmigo.
Pedro: ¿Quién, Bruno?
Heidi: ¿Cómo sabes que se llama Bruno?
Pedro: Tu abuelo me lo dijo… ¿Y dónde está, en la cabaña del
viejo?
Heidi: No, se quedó en la pensión pero subirá mañana.
Pedro: Ahm…
Heidi: Me gustaría que le conocieras, tú eres mi mejor
amigo.
Pedro: Amigo… claro… (Sonríe pero molesto)
Heidi: ¿Y qué te cuentas? Oye, Clarita me manda muchos
saludos para ti.
Pedro: Gracias, todo como siempre, nada nuevo, sigo de
cabrero durante el buen tiempo mientras me ocupado de mi casa y mi familia. En
invierno ayudo a mi amigo Sebastián en la carpintería del pueblo y así me saco
un dinero.
Heidi: Claro… Oye estás muy guapo, eh. (Sonríe) Ya eres todo
un hombre.
Pedro: Tú también estás muy guapa… (Sonríe pensando: Estás
preciosa)
Heidi: Ven, quédate un rato con el abuelo y conmigo y
charlamos.
Pedro: No puedo Heidi, se hace tarde y debo bajar las
cabras. Mañana hablamos. ¿Te parece?
Heidi: Está bien, mañana mejor, sí.
Pedro: ¿Te gustaría subir a los pastos conmigo y con las
cabras mañana y recordar viejos tiempos?
Heidi: ¡Claro, me encantaría! Pero antes debo ir al médico
con el abuelo.
Pedro: Bueno mañana me dices. Me alegro mucho de verte,
Heidi. (Sonríe contento)
Heidi: Y yo a ti Pedro… (Sonríe feliz pero disimuladamente
le mira el torso bajo la camisa entre abierta)
Pedro: ¡Hasta mañana!!! (Silbando, las cabras inician la
marcha de nuevo)
Heidi: ¡Hasta mañana Pedrooo!!!! (Sonríe) No ha cambiando
nada, sigue siendo el mismo de siempre… Ay Pedro… ojalá nunca me hubiera ido de
nuevo a Frankfurt… (Triste)
Y es que Heidi sí le quiere como un amigo muy especial, un
amigo con el que puede contar para todo, que la entiende, la cuida y la quiere,
cosa que no tiene en Bruno. Heidi se da cuenta de que el hombre con el que se
va a casar no es como Pedro y comienza a tener dudas.
Heidi: Bruno es tan diferente… tan seco y distante a veces…
¿Será que hago bien casándome con él?
La muchacha entra en la cabaña para ayudar al abuelo a hacer
queso.
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / MANSIÓN SESEMAN, SALÓN / NOCHE
Clara y su padre conversan.
Sr. Seseman: Hablé con mi esposa y me dijo que hablaría con
Astrid.
Clara: Quiero que la eches de esta casa, papá. Esa muchacha
es una arpía. Es mala gente.
Sr. Seseman: Por ahora ya le dí un toque de atención a través
de su tía, veremos a ver que ocurre. ¿Sabes algo de Heidi?
Clara: Imagino que estará ya en casa de su abuelo en las
montañas. ¿Será que el viejo de los Alpes ya conoce a Bruno?
DORFLI, SUIZA
INT. / PENSIÓN, HABITACIÓN / NOCHE
Bruno está echado en la cama, no puede dormir y solo da
vueltas y vueltas.
Bruno: Esta maldita cama es más dura que una piedra… Maldita
sea la hora en que vine a ese pueblo olvidado de la mano de Dios. Y mañana
encima tengo que subir en casa de ese viejo… En cuanto me case con Heidi no
volveremos nunca más a este mugroso lugar. No sé que le ve a estas montañas,
aquí no hay nada, es puro aburrimiento. Esta pensión ni agua corriente tiene en
los baños… Que atraso… (Se tapa con la manta)
INT. / CASA DE PEDRO / NOCHE
Brígida le cuenta a su hijo una inesperada noticia.
Pedro: ¿Qué? ¿Cómo así mamá?
Brígida: Se murió, hijo, Estrella se murió…
Pedro: No puede ser… ¿Qué vamos a hacer ahora? No tenemos
dinero para comprar otra vaca.
Abuela: Ay Pedro… desde que murió tu padre todo son
desgracias… una tras otra.
Brígida: Con la leche de la cabra apenas podremos conseguir
dinero y lo que te pagan por ser cabrero apenas nos llega para vivir. Tengo
algunos encargos como costurera pero… no es suficiente para los tres, cariño.
Pedro: Hablaré con Sebastián, ojalá pueda sacarme algo extra
haciendo unas horas en la carpintería el fin de semana. No te preocupes.
Y es que la familia de Pedro es de las más pobres del pueblo
y casi viven al día, ni siquiera llegan bien a fin de mes.
INT. / CASA DEL ABUELO / NOCHE
Esa misma noche Heidi duerme en el desván de la cabaña del
abuelo como cuando era niña, en una cama con colchón de heno. La muchacha
recuerda su infancia y mira por la pequeña ventana.
Heidi: Todo sigue igual… mi cabaña, mi cama, las montañas…
(Sonríe) Lo que daría por poder vivir de nuevo aquí… (Triste)
Y es que Heidi, quien está por terminar de cursar
enfermería, nunca podría encontrar trabajo de lo suyo en un pueblo tan pequeño
y aislado como Dorfli, pero por otro lado siente que su hogar está en las
montañas y no en Frankfurt.
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / MANSIÓN SESEMAN, DORMITORIO DE HEIDI / NOCHE
Astrid está esculcando entre las cosas de Heidi, en ese
momento ve un portarretratos en una mesa, con una foto de Heidi, el abuelo y
Pedro, una foto de hace apenas cuatro años. La pelirroja habla consigo misma.
Astrid: Así que este es el viejo, y este debe ser Pedro… Mmm…
(Se muerde el labio) La verdad que está buenísimo el tipo, creo que tendré que
hacer un viaje a los Alpes, jajaja.
AL DÍA SIGUIENTE
DORFLI, SUIZA
INT. / CONSULTA DEL MÉDICO / DÍA
De mañana temprano Heidi y su abuelo han ido al pueblo, a la
consulta del doctor de Dorfli. Sentados
a su mesa conversan con él.
Heidi: ¿Y bien doctor Klausen?
Doctor: Heidi tu abuelo padece del pulmón izquierdo, debe
dejar de fumar inmediatamente y llevar una dieta equilibrada y baja en grasas.
Heidi: Compraré fruta y verdura antes de volver a casa.
Deberíamos plantar un huerto cerca de la casa abuelito.
Abuelo: ¿Pero voy a ponerme bien?
Doctor: Si deja el tabaco sí, pero el proceso será lento
señor Hessen.
Heidi: No se preocupe, señor médico, yo me encargaré que
siga la dieta y deje el tabaco. Se lo prometo.
EXT. / PLAZA DEL PUEBLO
/ DÍA
Bruno ha salido de la pensión del pueblo y camina con sus
maletas rumbo a la montaña a la cabaña del viejo de los Alpes. En la plaza, Pedro
espera por las cabras de los aldeanos
como cada mañana.
Bruno: Buenos días, joven… ¿Podría indicarme como llegar a
casa del viejo de los Alpes?
Pedro: ¿Quién lo busca?
Bruno: Me llamo Bruno Mayer, soy el prometido de Heidi. (Le
tiende la mano pero Pedro no se la da)
Pedro: Ahm… ¿Así que tú eres el famoso Bruno? (Le mira mal pensando:
El pijo de ciudad)
Bruno: Si no te importa agradecería no me tutearas, cabrero
igualado.
Pedro: ¿Cómo sabe que soy cabrero? (Molesto)
Bruno: Bueno, no hay más que ver la pinta que llevas… (Se
burla) Tú debes ser Pedro, Heidi me ha hablado mucho de ti. Imagino ya la
verías ayer... ¿Me equivoco?
Pedro: Nos vimos ayer en la cabaña del viejo, sí.
Bruno: Bueno me marcho. ¿Por donde se va a casa del abuelo?
Pedro: Por allá… (Le indica) Todo recto y subiendo. No tiene
pérdida.
Y Bruno se marcha sin ni siquiera darle las gracias, pero
Pedro contiene la risa y habla consigo mismo.
Pedro: Jajaja. Pobre idiota, no sabe que por ese camino se
va directo a otro pueblo. (Se burla)
El pícaro Pedro le ha gastado una broma a Bruno, una broma
pero a posta para alejarlo de Dorfli un buen rato. Pedro se ríe solo, las
cabras comienzan a llegar a la plaza. El cabrero silba y se lleva al rebaño
hacia los pastos de los Alpes. En ese momento aparecen Heidi y el abuelo que
acaban de salir de la consulta del médico.
Heidi: ¡Pedrooo!!! ¡Espera!!!
Pedro: ¿Heidi?
Abuelo: Buenos días general…
Pedro: Cáscaras, si que es casualidad…
Heidi: Voy a la pensión a avisar a Bruno de que estamos
aquí.
Pedro: No hace falta, acabo de encontrármelo y le dije que
fuera subiendo hacia la cabaña. Imagino ya estará lejos.
Heidi: ¿Conociste a Bruno?
Pedro: Sí… (Contiene la risa) Bueno cuéntame sobre tu vida
en Frankfurt, la universidad, todo.
Heidi: Pues verás… (Empieza a contarle cosas a Pedro, ambos
sonríen y se miran a los ojos contentos)
El abuelo les mira en silencio, feliz de verlos juntos
nuevamente. Y así los tres emprenden la marcha hacia la cabaña de Heidi. Los
pequeños cencerros de las cabras resuenan por las calles de Dorfli y poco después
por el viejo camino rural que asciende por las laderas.
CONTINUARÁ…
domingo, 27 de noviembre de 2016
Capítulo 1
EL REGRESO DE HEIDI
CAPÍTULO 1
FRANKFURT, ALEMANIA. Abril de 1902.
Es un día muy soleado en Frankfurt, una de las ciudades más
importantes de Alemania. Estamos a principios del siglo XX y nuestra recordada Heidi
ya es toda una mujer. La joven ha estado varios años estudiando en la capital y
alojándose en casa de su amiga de la infancia, Clara, la hija del señor
Seseman. El sol brilla en lo alto aunque se notan los primeros indicios de la
primavera. Varios coches de caballos así como decenas de personas transitan por
el centro de Frankfurt, muy cerca de una elegante casa cercana a la catedral.
INT. / MANSIÓN SESEMAN, COMEDOR / DÍA
En casa del señor Seseman, toda la familia está reunida a la
mesa. Es la hora de comer. Dicha mesa está presidida por el padre de Clara, su
hija, y su segunda esposa, la señorita Rotenmieier. Sí, la misma de entonces
años después se casó con el señor Seseman y a pesar de que deberían llamarla
por su nuevo apellido como mujer casada, todos la siguen llamando por su nombre
de soltera. Con ellos están Heidi y su prometido Bruno, quien ha sido invitado
a almorzar con los Seseman. Así mismo, junto a la señorita Rotenmeier se
encuentra su sobrina Astrid, hija de su difunto hermano. Astrid lleva ya varios
años viviendo en casa de sus tíos aunque no se lleva bien ni con Heidi ni con
Clara.
Sr. Seseman: ¿Y cómo van tus estudios querida Heidi? Clara
me ha dicho que el próximo verano terminarás tu carrera de enfermería en la
Universidad de Frankfurt. ¿Cierto?
Heidi: Así es señor Seseman, estoy muy feliz. En cuanto
acabe mis estudios, Bruno y yo nos casaremos.
Clara: ¿En serio Heidi? No sabíamos nada.
Srta. Rotenmeier: Felicidades Heidi… (Sonríe con falsedad,
nunca le cayó bien Heidi)
Heidi: Gracias señorita Rotenmeier.
Bruno: Gracias, señora Seseman.
Sr. Seseman: Me gustaría que llamasen a mi esposa así por su
nuevo apellido como mujer casada.
Heidi: Lo sé señor Seseman pero es la costumbre, lo siento.
(Sonríe)
Clara: Toda la vida diciéndole Rotenmeier que… (Mirando a
Heidi, ambas contienen la risa)
Astrid: Pues ya va siendo hora de cambiar esas malas costumbres. ¿No les parece?
Y es que las dos chicas recuerdan su infancia cuando la
institutriz era toda una bruja con ellas, aunque lo sigue siendo.
ENTRADA
LOS ALPES, SUIZA
INT. / CASA DEL ABUELO / DÍA
El abuelo de Heidi está postrado en una cama, gravemente
enfermo. Con él están Brígida y la abuela de Pedro. Como recordaremos Brígida
era la madre del simpático cabrero suizo. La abuela está sentada en una silla.
El fuego de la chimenea caldea la estancia.
Abuelo: ¿Cómo que le escribieron una carta a Heidi, Brígida?
No quiero que mi nieta se preocupe por mí innecesariamente. Estoy bien…
(Tosiendo)
Brígida: No está bien, viejo de los Alpes, y lo sabe. Mire
que tos tiene, lleva ya dos semanas así.
Abuela de Pedro: Escuche a Brígida, señor Hessen. Es por su
bien…
Abuelo: ¡Aún así no debieron meterse en asuntos que no les
corresponden! Heidi está aún por terminar sus estudios de enfermería en
Frankfurt y si viene a las montañas no podrá seguir su carrera.
Brígida. No se enfade usted, mi madre y yo pensamos que era
lo mejor.
En ese momento se oye fuera de la cabaña un silbido, es
Pedro que baja de los pastos con las cabras de los aldeanos.
El muchacho ya es
un apuesto joven pero sigue siendo el mismo de siempre. Pedro toca a la puerta
y entra en la cabaña.
Pedro: Hola viejo… (Sonríe) Hola mama, abuela… ¿Qué hacen
aquí?
Brigida: Hola hijo, vinimos a visitar al abuelo de Heidi.
Abuelo: Estas dos le enviaron una carta a Heidi para decirle
que estoy enfermo, sin mi consentimiento.
Abuela de Pedro: Pero lo hicimos por su bien, ya se lo hemos
dicho. ¿Verdad Brígida?
Pedro: No se enfade viejo, hace más de cuatro años que Heidi
no viene a los Alpes, seguro le hará ilusión regresar y hacerle una visita.
Abuelo: La echo tanto de menos… Pero yo sé que los estudios
eran muy importantes para ella a pesar de que Heidi ama estas montañas.
Pedro: Lo sé, yo también la extraño. Todavía recuerdo cuando
ambos subíamos juntos a los pastos con las cabras. Cuantas anécdotas… parece que fue ayer.
(Sonríe pero triste)
Abuelo: Heidi se va a casar Pedro.
Pedro: ¿Quéee?
Brígida: ¿Se casa Heidi? ¿Con quién? Ni siquiera sabía que
tuviera novio en Frankfurt.
Abuela de Pedro: Y yo menos. ¿Quién es el afortunado?
Abuelo: Creo que se llama Bruno, es un muchacho de
Frankfurt, sus padres tienen una importante empresa textil en esa ciudad.
Pedro: ¿Cómo que Heidi se va a casar? ¿Cuándo se enteró de
eso, abuelo?
Abuelo: Ayer el cartero me trabajo una misiva de Heidi. Se
casan el año que viene, después de que Heidi termine la universidad.
Pedro: Entiendo… (Triste pensando: Se va a casar con otro…
Heidi se olvidó de mí….)
Brígida: Se hace tarde Pedro, será mejor que nos marchemos.
Madre, deme el brazo…
La señora toma a la abuela y la ayuda a levantarse de la
silla.
Abuela de Pedro: No esté enfadado, viejo de los Alpes, verá
como Heidi viene a Dorfli y eso le hará bien.
Brígida: Y perdónenos otra vez… (Se van)
Pedro: ¡Chao viejo, cuídese mucho! Mañana cuando suba a las
cabras le echaré una mano para partir leña y ordeñar, como estos días pasados.
¿Está bien?
Abuelo: Muchas gracias general. (Sonríe)
Pedro: Ya tengo ganas de ver a Heidi… Ojalá venga pronto. ¡Hasta
mañana!
El chico sale de la cabaña y silba a las cabras para reunir
al rebaño. Pedro emprende la bajada hacia el pueblo para dejar a los animales
en las casas de sus respectivos dueños. Su madre y su abuela caminan tras de él
y las cabras a poca distancia.
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / MANSIÓN SESEMAN, DORMITORIO DE HEIDI / DÍA
A última hora de la tarde, antes de la puesta de sol, Clara
toca a la puerta del cuarto de Heidi. La morena está sentada a una mesa,
estudiando. Clara abre un poco la puerta.
Clara: Heidi, soy yo. ¿Puedo pasar?
Heidi: Por supuesto, Clara. ¿Necesitas algo? Estoy
estudiando para el examen del lunes.
Clara: Heidi, ha llegado una carta para ti. Toma. (Se la da)
Heidi: ¿Una carta, a esta hora?
Clara: Al parecer llegó esta mañana pero a la zafia de la
Rotenmeier se le olvidó dártela. Acaba de decírmelo.
Heidi: Esa mujer nunca me pudo ni ver, no cambiará así
cumpla cien años.
Clara: Todavía no entiendo qué fue lo que vio mi padre en
ella, si incluso es mayor que él.
Heidi: La señorita Rotenmeier supo como seducir al señor
Seseman, estoy segura de que su sobrina Astrid fue la culpable.
Clara: Y pensar que cuando éramos niñas siempre pensábamos
que se quedaría para vestir santos toda la vida.
Heidi: ¿Sabes una cosa, Clara? Yo creo que esa mujer se casó
con tu padre por el dinero de tu familia.
Clara: ¿Tú crees?
Heidi: Piénsalo, tu padre es un hombre apuesto, más joven,
de buena posición económica, dueño de hoteles… Y ella… ¿Ella que era? Una
amargada institutriz que le llevaba casi diez años.
Clara: Bueno, abre la carta. Creo que es de Brígida, la mamá
de Pedro.
Heidi: Sí, es verdad… (Abriendo el sobre, Clara se sienta a
su lado)
Clara: ¿Y bien, qué dice? ¿Cómo está la abuela, Pedro, las
cabras…?
Heidi: Dios mío… (Leyendo el papel) Brígida dice que mi
abuelito está muy enfermo. Siempre le dije que dejara de fumar que el tabaco no
le hacía bien y nunca me hizo caso.
Clara: ¿Tu abuelo está enfermo? Ay no… (Triste)
Heidi: Brígida me ha pedido que vaya a Dorfli.
Clara: ¿Y vas a ir, amiga?
Heidi: Claro que sí, no puedo dejar sólo a mi abuelo en
estas circunstancias. Creo que lo mejor será ir a Suiza y traerlo a vivir acá
conmigo. Hablaré con tu padre. En cuanto me gradúe y consiga un buen trabajo
podré hacerme cargo económicamente de él.
Clara: Entiendo… Bueno pues no se hable más, te ayudaré a
hacer las maletas.
Heidi: Voy a llamar a Bruno por teléfono. Ahora regreso. (Se
va)
Mientras tanto Clara va por unas maletas y abre los armarios
de Heidi para recoger ropa.
INT. / CASA DE BRUNO, SALÓN / NOCHE
Bruno habla con su novia por teléfono. Heidi está en el
salón de la mansión Seseman.
Heidi: Lo siento, mi amor pero mi abuelito está muy enfermo.
Es mi deber ir a los Alpes.
Bruno: ¿A los Alpes? ¿Ahora? Estás en plenos exámenes,
apenas faltan unos meses para que termine el curso. Si te marchas no podrás…
Heidi: Eso ahora no me importa, sólo quiero que mi abuelo se
ponga bien. Allá solo en las montañas… No es lugar para él ya es muy mayor.
Bruno: ¿Y qué sugieres que hagamos? ¿Traerlo a vivir a
Frankfurt?
Heidi: Esa es la idea, Bruno.
Bruno: ¿Quée? Ni hablar… (Molesto) Lo que faltaba, todavía
no nos hemos casado y ya me quieres meter a tu abuelo en casa. Lo que faltaba.
Heidi: Es mi única familia, no puedo dejarlo sólo y no
pienso meterlo en un asilo. ¿Te queda claro? El abuelito me necesita.
Bruno: El abuelito, el abuelito…. ¿Te oyes cuando hablas?
Parece tuvieras ocho años todavía.
Heidi: ¿Y qué? Yo siempre le voy a llamar así.
Bruno: Está bien, vete a los Alpes. ¿Cuándo vas a volver?
Heidi: No lo sé, Bruno, no lo sé todavía por eso había
pensado en que tal vez… podrías acompañarme. Mi tren sale mañana a primera
hora.
Bruno: ¿Acompañarte a Suiza, quién yo? De ninguna manera,
tengo que trabajar.
Heidi: Sólo serían unos días, luego si quieres podrías volver
a Frankfurt tú sólo. Puedes hablar con tu padre y pedirle permiso, estoy segura
que te lo concederá, mi amor.
Bruno: Está bien, veré que puedo hacer… Te llamaré más
tarde.
Heidi: Un beso, te quiero. (Sonríe ingenua)
Bruno: Un beso… (Colgando el teléfono)
En casa de Bruno, su amante Astrid le abraza por la espalda
y le besa en el cuello.
Astrid: ¿Qué te dijo la estúpida de Heidi? ¿Se está muriendo
su abuelito? Jajaja. (Se pone frente a él, bebiendo una copa de licor)
Bruno: Maldita sea… Ahora quiere que vaya con ella al
mugroso pueblo ese de los Alpes, Dorfli o como se llame.
Astrid: Esa pánfila siempre estuvo muy unida al viejo. Mi
tía me lo ha dicho mil veces.
Bruno: Ojalá y el vejete estire pronto la pata… No quiero
meterlo en mi casa.
Astrid: ¿Por qué te vas a casar con Heidi? ¿Acaso la amas tanto
como dices o qué?
Bruno: La amo a mi manera…
Astrid: Claro, por eso mientras te acuestas conmigo. Menuda
forma de amar…
Bruno: El viejo tiene algunos terrenos en los Alpes, con
suerte cuando se muera pasarán a nombre de Heidi.
Astrid: ¿Y para qué demonios quieres tú unas tierras
perdidas en medio de la nada? ¿Qué quieres hacer allí?
Bruno: Una estación de esquí. (Sonríe con ambición)
Astrid: ¿Quéee? (Escuchamos música incidental)
LOS ALPES, SUIZA
EXT. / CASA DE PEDRO, PATIO / DÍA
Pedro está cortando leña con el hacha. El muchacho conversa
con su amigo Sebastián, un chico del pueblo que ha ido a hablar con él.
Sebastián: Imagino que la noticia de que Heidi se va a casar
con el tal Bruno no te ha hecho ninguna gracia, eh, Pedro.
Pedro: No me hables del tema, que estoy… (Partiendo leña)
Sebastián: Debes olvidarte de ella, amigo, lo digo por tu
bien. Heidi nunca se fijará en ti como hombre. Hace mucho que se marchó a
Frankfurt y ahora que va a contraer matrimonio pues…
Pedro: Pronto se olvidó de mi la muy… (Enojado) ¿Cómo puede
casarse con ese tipo? ¿Es que yo nunca le importé o qué? (Dejando el hacha en
el tronco)
Sebastián: Tal vez para ella tú seas como… como un hermano.
Pedro: Deja de decir bobadas, nunca nos vimos de esa manera.
Yo la quiero, siempre la he querido, y no como a una hermanita como tu piensas.
Sebastián: ¿Cuándo fue la última vez que vino a Dorfli?
Pedro: Hace cuatro años que se fue a estudiar a Alemania, no
hemos vuelto a vernos desde entonces. Siempre he estado enamorado de Heidi,
Sebastián… Desde que éramos apenas unos niños.
Sebastián: ¿Vas a contarle sobre tus sentimientos?
Pedro: No, no lo sé… no quiero perder su amistad… Pero… por
otro lado odio la idea de verla casada con otro hombre. Eso es todo. Me dan
celos, no lo puedo evitar.
Sebastián: Bueno me marcho, tengo cosas que hacer en la
carpintería. Ya nos vemos el domingo en misa. Cuídate. (Se va)
Pedro: Adiós Sebastián.
En ese momento se oye la voz de su abuela por la ventana de
la cabaña.
Abuela: ¡Pedrooo!!! ¡Pedrooo!!!
Pedro: ¿Sí, qué pasa abuela?
Abuela: Hijo hazme el favor y le echas de comer a las
gallinas que se me ha olvidado…
Pedro: Está bien, ahora mismo voy… En una hora tengo que
subir a los pastos con las cabras.
Abuela: Tu madre está ordeñando la vaca en el establo, dile
que estoy terminando de hilar lana y que voy a preparar el desayuno.
Pedro: No te preocupes, abuela, yo le digo. (Se marcha)
FRANKFURT, ALEMANIA
INT. / ESTACIÓN DE FRANKFURT, ANDENES / DÍA
Heidi y Bruno se disponen a subir al tren que les llevará a
los Alpes. En el andén están Clara y el señor Seseman hablando con ellos.
Clara: Que tengan buen viaje, amiga. Dale muchos recuerdos
al abuelo y a Pedro. Bueno y a Brígida, la abuela… a todos. (Sonríe)
Heidi: No te preocupes, Clara, se los diré.
Sr. Seseman: Cuida bien de Heidi. ¿Eh Bruno?
Bruno: Descuide señor Seseman… Ya tengo ganas de llegar y
conocer aquello, Heidi me ha hablado tanto de las montañas…
Heidi: Te van a encantar, mi amor. Ya vas a ver. (Sonríe
dulce)
Ambos suben al tren. En el andén Clara y su padre les dicen
adiós con la mano. Mientras tanto a poca distancia de ellos, entre la gente, la
señorita Rotenmeier y su sobrina Astrid conversan.
Astrid: Se va con la cabrera, tía, no me lo puedo creer.
Bruno es un imbécil. Ya me tiene harta.
Heidi: Tienes que conseguir que Bruno la deje plantada en el
altar, tienes que casarte con él.
Astrid: Eso es lo que pretendo. Bruno tiene mucho dinero, es
el soltero más codiciado de Frankfurt. Incluso más que el señor Seseman en su
día.
Srta. Rotenmeier: No compares, mi esposo es mucho más guapo.
(Sonríe) Jajaja.
Astrid: Bueno, no te puedo negar que Bruno no es muy agraciado
pero está forrado en billete y es el hombre que me conviene. No puedo dejar que
se case con esa pedorra de Heidi, esa piojosa ordeñadora de cabras con ínfulas
de enfermera.
Srta. Rotenmeier: Se nota que tú tampoco la puedes ni ver.
¿Eh sobrina? (Se burla)
Astrid: Con razón nunca la soportaste. A pesar de haber
estudiado una carrera y haberse refinado sigue siendo la misma paleta de pueblo
que era cuando se vino a Frankfurt de niña.
Srta. Rotenmeier: Tengo entendido que Bruno regresará dentro
de cuatro días, con lo cual es tu oportunidad para alejarlo de Heidi y que
ambos rompan su compromiso matrimonial, cariño.
Astrid: Voy a conseguir que la deje plantada el mismo día de
la boda, tía, o antes si puedo lograrlo. Eso te lo juro. (Sonríe con maldad)
Y es que tía y sobrina son tal para cual, cortadas con la
misma tijera como se suele decir.
AL DÍA SIGUIENTE
MAIENFELD, SUIZA
El tren procedente de Frankfurt ha pasado muchas horas de
viaje desde su partida. Al fin ha llegado al corazón de los Alpes, a la pequeña
ciudad de Maienfeld. Bruno y Heidi bajan del tren con sus respectivas maletas.
EXT. / ESTACIÓN DE MAIENFELD, ANDÉN / DÍA
Heidi mira a su alrededor, a los lejos se ven los Alpes, sus
adoradas montañas. La chica sonríe feliz pues todo le trae grandes y bonitos
recuerdos.
Heidi: Bueno pues ya estamos en Maienfeld.
Bruno: ¿Queda lejos el pueblo ese?
Heidi: ¿Dorfli? No, a pocos kilómetros. Buscaremos algún
coche de caballos que nos pueda acercar hasta allá. Luego si nos tocará caminar
hasta la cabaña del abuelo pero no está muy lejos, no te preocupes, mi amor.
Bruno: ¿Caminar? ¿Tendremos que subir por las cuestas? Lo
que faltaba… (Con mal tono)
Heidi: Venga, no refunfuñes, antes de que te des cuenta
estaremos allí. Verás como te vas a enamorar de los Alpes. Esto es precioso.
Y realmente lo es, majestuosas y elegantes se alzan las
montañas que dominan un bonito y verde valle sembrado de campos de cultivo,
pastos y árboles. Vacas y cabras pacen en los frescos y verdes prados. La vida
es muy tranquila, y muy diferente de la bulliciosa Frankfurt. Heidi y su
prometido suben a un coche de caballos rumbo a Dorfli, el pequeño pueblo
perdido entre las montañas.
EXT. / CASA DEL ABUELO, PATIO / DÍA
Lejos de allí, el abuelo de Heidi, que hoy se siente algo
mejor está ordeñando sus dos cabras junto a la puerta del establo. El viejo de
los Alpes es sorprendido por Pedro que llega con el rebaño del pueblo como cada
mañana para llevarlo a los pastos frescos de las montañas. El muchacho silba y
se le acerca.
Pedro: ¡Buenos días viejo!! (Sonríe) ¿Qué hace fuera de la
cama? ¿Sabe algo ya de Heidi?
Abuelo: No.
Pedro: ¿Qué hace ordeñando las cabras? Debería estar acostado,
deje que lo haga yo, abuelo
Abuelo: Te digo que estoy bien, Pedro… (Tosiendo)
Pedro: ¡No, no está nada bien!! ¡Venga conmigo! (Le ayuda
apoyándole en su hombro) Vamos dentro, le haré un vaso de leche caliente.
Abuelo: Hay que ordeñar las cabras, general.
Pedro: Yo lo haré antes de subir a los pastos con el rebaño.
No se preocupe usted.
Abuelo: Eres tan noble muchacho… ¿Sabes una cosa? Siempre
pensé que Heidi y tú terminarían juntos.
Pedro: ¿Juntos, cómo así? (Avergonzado)
Abuelo: Casándose y formando una familia aquí en los Alpes…
Ese era mi deseo pero… ella decidió estudiar en Frankfurt y…
Pedro: No diga tonterías, Heidi y yo… ¿Novios?
Abuelo: Claro… ¿Por qué no, o no te gusta mi nieta, general?
Pedro: Claro que me gusta… este, no… (Avergonzado)
Abuelo: Jajaja. (Tose) ¿En qué quedamos, o te gusta o no te
gusta?
Pedro: No hablemos de eso, a la cama, viejo, que está
tosiendo mucho y tiene que descansar. Vamos.
Abuelo: Prométeme una cosa, Pedro… por favor te lo pido.
Pedro: ¿El qué viejo?
Abuelo: El día que yo me muera quiero que te quedes con esta
cabaña y con mis cabras.
Pedro: No diga eso abuelo, usted va a vivir muchos años
todavía. No hable de esas cosas.
Abuelo: Heidi no va a volver a vivir aquí, se casará y se
quedará para siempre en Frankfurt. Por eso había pensado que tal vez… tal vez
pudiera dejarte mis tierras a ti. La granja no es muy grande Pedro, tú bien lo
sabes pero… pero podrías criar algunas vacas, ovejas, cabras… Lo que tú
quieras. Incluso sembrar algo de trigo en las zonas más llanas.
Pedro: Bueno ya otro día lo hablamos. ¿Sí? A casa, vamos…
Y así Pedro ayuda al abuelo de Heidi. Acto seguido el
muchacho ordeña las dos cabras del anciano y corta leña para él. Cuando ha
terminado todo el trabajo, Pedro se marcha con el rebaño de cabras de los
aldeanos, las del abuelo incluídas, para realizar su trabajo diario.
DORFLI, SUIZA
EXT. / PLAZA DEL PUEBLO / DÍA
Heidi camina con su maleta, tras ella va su prometido Bruno
con la suya. El alemán rezonga mientras Heidi va varios metros por delante de
él.
Bruno: Cargados con las maletas como burros hasta la cabaña
de tu abuelo. Si lo llego a saber…
Heidi: Bueno ya Bruno, te dije que mi abuelito vivía lejos
del pueblo. Ten paciencia, llegaremos enseguida.
Bruno: Me duelen los pies… las calles son de piedras mal
puestas encima. (Quejándose)
Heidi: Ya deja de quejarte…
Bruno: Mira Heidi,
creo que yo no voy a subir a casa de tu abuelo. Me quedaré en el pueblo. ¿Hay
alguna pensión?
Heidi: ¿Qué? ¿Cómo que te quieres quedar en Dorfli?
Bruno: No quiero subir tantas cuestas, estoy cansado del
viaje, princesa. (Sonríe fingido)
Heidi: Mmm… está bien, está bien. Allí hay una pensión, la
única del pueblo. Yo subiré hasta casa del abuelo pero mañana te quiero ver
allí conmigo. ¿Está bien?
Bruno: Está bien, cariño. Mañana a primera hora subiré a
casa de tu abuelito. ¿Ok? (Sonríe) Es que no puedo más… lo siento.
Heidi: Como quieras… (Molesta) Nos vemos mañana entonces.
Y la joven se marcha muy enojada, camino de las montañas. La
gente la mira, todo el mundo la recuerda, saben que es Heidi. Nadie esperaba
verla de nuevo en el pueblo tras tantos años fuera. Heidi sale de Dorfli y
camina hacia casa de su abuelo. En los campos las vacas pastan libremente, al
igual que las ovejas y caballos.
Algunos granjeros comienzan la siembra de cereal y las labores del campo de inicios de primavera. Heidi mira a todas partes y sonríe contenta pues pasó su infancia aquí y todo le resulta familiar e inolvidable.
¿Qué ocurrirá cuando Heidi llegue a casa del abuelo? ¿Será que se reencuentre con Pedro? No te pierdas el próximo capítulo.
Algunos granjeros comienzan la siembra de cereal y las labores del campo de inicios de primavera. Heidi mira a todas partes y sonríe contenta pues pasó su infancia aquí y todo le resulta familiar e inolvidable.
¿Qué ocurrirá cuando Heidi llegue a casa del abuelo? ¿Será que se reencuentre con Pedro? No te pierdas el próximo capítulo.
CONTINUARÁ..
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